Thursday, October 12, 2006

TORTICA DE AUYAMA PARA EL ALMA

Si ustedes pueden imaginarse o han padecido una situación más traumática que aprender a manejar en un carro sincrónico, en plena calle (nada de estacionamenticos en las monumentales plazas de toros donde seguramente la mayoría de ustedes aprendieron), a los 26 años; yo les agradecería inmensamente que me llamen o me escriban y me den animo.

Afortunadamente tengo la capacidad de reírme una vez que todo ha pasado. Pero créanme que minutos antes de que la pesadilla empiece y durante los interminables 30 minutos que dura la sesión, no soy capaz de imaginarme algo peor para usarlo de consuelo; o algo mejor para que me de animo y ganas de seguir. La verdad no me imagino nada. Mi cerebro yo creo que funciona como a un 25% de su capacidad, de alguna manera mi cuerpo toma control, es una sensación súper extraña: imagínense cuando se les duerme una pierna o un brazo, uno los mueve leentaameente, bien leentaameente, y se sienten pesados y da como una cosquilla perversa que no da risa. Así más o menos es como se siento dentro de mi cabeza mientras estoy manejando. ¿Ustedes han oído hablar de las mariposas en el estomago? Es algo así como mariposas en el cerebro. Es la locura.

Les cuento esto para ver si ustedes pueden entender algo que yo no. Cómo es que me lanzo al abismo desde aviones, me meto en las profundidades de la tierra buscando lo que no se me ha perdido, me subo a las montañas más altas con solo medio litro de agua y una naranja (sabiendo que la travesía durara por lo menos diez horas), nado en una gélida laguna por 24 horas continuas; y todo esto con una gran sonrisa en mi cara, con entusiasmo, alegría y claro está con nervios, porque yo no soy de piedra, pero nervios de los buenos, de los que se disfrutan.

Cómo es que hago todo eso y más, pero en el instante en que un carro se para detrás del mío me paralizo, mi cuerpo que estaba a cargo se da por vencido y se paraliza también, por supuesto el carro paralizado no se mueve para ningún lado. Otro carro está ahora detrás del primer carro que inicio la reacción en cadena de la paralización, para el momento en que el oxigeno empieza a llegar nuevamente a mis órganos y me empiezo a darme cuenta de lo que está pasando, otro carro está en la calle del frente y otro en la calle de la derecha y de alguna manera todos los ciclistas que ustedes se puedan imaginar están pedaleando a mis costados. Les repito es la locura.

Después de 15 minutos y ni siquiera 20 cuadras recorridas yo estoy lista para regresar a mi casita y llorar a mis anchas, es vergonzoso pero es la única manera como dejo de sudar frío y se me quita el nudo en la garganta. No hay otra mejor descripción, es la locura en cuatro ruedas.

Verdaderamente esto es peor que perder la virginidad. Después de sobrevivir las tres primeras lecciones todavía no le cojo el gusto. Definitivamente aprender a manejar es algo que hay que hacer a los 16 años cuando uno no sabe lo que hace y poco le importa lo que pueda pasar.

Esperemos que la tortica de auyama para el alma que está en el horno amortigüe el trauma y me haga sentir mejor. Después de todo aunque no pueda manejar, me queda el consuelo de que todavía puedo cocinar.

1 Comments:

At 12:28 PM, Blogger Chancletika said...

Tremenda historia, de seguro me voy a sentir igual en un tiempo no muy lejano, pero con la gran diferencia que de mi boca solo saldrán palabrotas. Espero que tus lecciones sean efectivas, pq así como lo describes pareces una amenaza sobre ruedas!! Te deseo mucha suerte con esa nueva aventura.

 

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