Saturday, July 22, 2006

Una más… ¿o menos?

Como les comente hace unos blogs, hace semanas tuve la oportunidad de escuchar las listas de cosas que ciertas personas querían hacer antes de morirse o de cumplir 40 o no sé cuantos años.

Yo, mientras consumo los últimos días que me quedan de ser veinticincoañera me doy cuenta de que carezco de tales listas. Pensándolo seriamente y tratando cuidadosamente de recordar, solo puedo nombrar una cosa que quería hacer antes de irme de Mérida (y por cierto no la hice). Pero además de eso yo no recuerdo tener ese tipo de listas ni recordatorios sobre lo vieja que me voy poniendo o las cosas que no he estado haciendo mientras los años pasan por mi vida sin saber que pasaron. Y a decir verdad las listas por más útiles que sean siguen provocándome la misma ansiedad ya sean para el mercado, para actividades por realizar o personas por llamar.

Aún sin lista, yo he realizado, visto y visitado muchas actividades, lugares, cosas y personas que nunca habían siquiera pasado por mi mente y otras que habían pasado pero que yo veía como maravillas inalcanzables.

Por ejemplo el Circo del Sol, yo recuerdo que lo veía los fines de semana en las transmisiones de ULA TV y siempre pensaba que era un espectáculo maravilloso extremadamente caro, como fuera de este mundo (y lo es), por ende inalcanzable para mí. Pues resultó que no tanto, a finales del año pasado tuve la oportunidad de ver una de sus presentaciones y así como así, sin haber estado en mí lista inexistente presencié un espectáculo súper chévere y digno de estar en cualquier lista. Lo mismo pasó con Nueva York, Chicago, Broadway y la clase con Gendreau. Nunca planee tales hechos, ni les puse fecha de vencimiento pero pasaron y fueron geniales.

También están las cosas que sinceramente nunca pasaron por mi mente y que también así como así se dieron y una vez... más fueron geniales. Entre esas puedo contar conocer San Francisco y sus maravillas, Oregon, ir a Yosemite Nacional Park y escalar allí, caminar por los laberintos de una cueva perdida en Kentucky, recibir clases y ser tutorada por Dr. Cullen y Dr. Eck, y pare usted de contar.

Y así mismo sin mucho preámbulo ni programación, el sábado pasado me fui a las llanuras de Indiana a realizar una de esas actividades que nunca pasaron por mi mente, no estuvieron un una lista, pero que definitivamente goce al máximo.

Saltar desde un avión a más de 13000 pies de altura y disfrutar de 15 segundos de caída libre “con los ojos abiertos” no es algo de todos los días. Tal vez es algo que se vivé una vez o tal vez es una experiencia para repetir… como sea yo la viví y aquí estoy para contarles.

Toda la semana supe que ese sábado sería el gran salto, pero no quise hacer mucha escama (no fuera a ser que a última hora me diera culillos y no saltara). La verdad nunca estuve nerviosa, vi a todo el mundo ponerse su arnés, y subir al avioncito como si nada y verdaderamente eso no me iba a espantar.

Debo confesar que tuve un poco de miedo cuando uno de nuestros compañeros aterrizó en las rodillas sin expresión alguna en la cara absolutamente blanco, cuando vi eso todavía pensé que era normal, pero cuando vi al instructor tratar de resucitar al susodicho con palmitas y cachetas verdaderamente me asusté. Pero como ya estaba en el avión no había nada que pudiera hacer, carraspee y siga como dijo Magdalena tantos años atrás.

Yo estaba callada, más bien concentrada. Hasta que la primera pareja saltó desde mi avión y entre sustos y traspiés un Oh My God! escapo de mi boca. Mi maravilloso instructor Jay, quien por cierto tiene unos cuantos records guines (http://www.mostjumps2006.com/) empezó a hablarme de su vida y sus vivencias como para que no me preocupara. Y de pronto el avioncito estaba vacío y no quedaba más alternativa que saltar y así fue. Yo salté.

No grité porque Jay me dijo que no respira por la boca, pero cerré los ojos por unos segundos, hasta que me di cuenta que debía abrirlos si quiera ver que era lo estaba pasando a mi alrededor. ¿Pueden creer que con semejante caída libre me dio tiempo de pensar, abrir los ojos y todavía tuve que pedirle a Dios que porfa’ el paracaídas se abriera lo más pronto posible porque sentía como que me iba a estrellar contra el mundo? Cabe destacar que la caída fue de 15 segundos, pero yo sentí que unos cuantos siglos pasaron antes de que se abriera el bendito paracaídas.

Cuando el paracaídas se abrió todo fue diferente una paz abrumadora invadió el espacio y entonces empece a disfrutar la quietud y el silencio. Descendimos por 15 minutos más o menos y tuvimos un aterrizaje perfecto. Fue genial, la caída libre es algo que no se puede describir, es algo que hay que vivirlo para poder comprenderlo. Definitivamente lo volvería a hacer pero en unos cuantos años cuando el dinero no sea un problema o algo que me quite el sueño. A los escépticos les puedo sentir que me sentí absolutamente segura aunque tuve que firmar la planilla en que afirmaba que si me moría era responsabilidad mía y de nadie más (jeje).

Por ahora me satisface mucho saber que aún sin tener lista previa he realizado muchas cosas inimaginables e imaginable, he sobre pasado mis limites y he podido llenar mi corazón con emociones irrazonables.

Así, una aventura más se llevo a cabo… o tal vez es una menos por realizar.



Los preparativos


A punto de aterrizar


La prueba del delito


Jay y yo


Los culpables

4 Comments:

At 4:01 PM, Blogger Silvana said...

hey sweetheart, this skydiving-experience was special for sure! i am so happy we did it! and when i'm back from germany - cirque du soleil!? i'd love to!!!
take care!
silvana.

p.s. seems you survived the dinner last night, hm?!

 
At 8:38 PM, Anonymous Anonymous said...

sooooooooooo mucho loca!!! mire a ver...
q fino!!!

 
At 6:29 PM, Blogger Brooke said...

que bonita! felicidades!

 
At 8:22 AM, Blogger Mr G said...

Impresionating!!! Te felicito por lo del salto!!! Con eso, ¿para qué hacer listas, no?

 

Post a Comment

<< Home